El siguiente texto se corresponde a las conclusiones e intervención de Margarita Enríquez de Luna Rodríguez, vicepresidenta de ASENHOA, en la sesión de clausura del VI Congreso ASENHOA y V Reunión Internacional de Enfermeras hospitalarias celebrado en el Salón de Actos del Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba los días 13 y 14 de marzo de 2025.
INTERVENCIÓN COMPLETA:
Antes de empezar a resumir lo que hemos venido escuchando estos días de Congreso, quisiera, en nombre de ASENHOA, expresar nuestro más sincero agradecimiento a todas las instituciones que han brindado su valioso apoyo a este evento. Su colaboración ha sido fundamental para el éxito que hemos tenido, reafirmando el compromiso con el avance y la visibilidad de la profesión enfermera.
Hacer una mención especial a Su Majestad la Reina Letizia, quien ha honrado este Congreso con su apoyo institucional al formar parte de nuestro Comité de Honor. Su respaldo constante y su interés por los temas que afectan a la enfermería y al sistema de salud nos llenan de orgullo y motivación para seguir trabajando con dedicación y compromiso. La Reina Letizia ha demostrado, una vez más, su firme compromiso con el avance de la salud pública y con el bienestar de todos los ciudadanos, y este Congreso ha sido un reflejo de ese apoyo inquebrantable.
Durante la preparación de este evento, nuestro propósito era estar a la altura de las enfermeras hospitalarias, tanto de las recién egresadas como de las que llevan años trabajando, pero siempre desde una perspectiva científica como sociedad que somos, y creo que gracias a los ponentes y a vosotros/as los asistentes las expectativas se han cumplido con creces.
Hemos aprendido como la falta de enfermeras en España, y en concreto en Andalucía es un dato objetivo y no una suposición. Y que esto, influye en los resultados en salud, que, a menos enfermeras por paciente, estos empeoran o incluso mueren. Que necesitamos 100.000 enfermeras para igualar las ratios europeas y que tardaremos años en alcanzarlo. Y que, para ello, debemos frenar la salida de profesionales y hacer la profesión más atractiva. Fidelizar a las enfermeras con el desarrollo de competencias, con el desarrollo de la investigación en cuidados generando evidencia para la práctica clínica, proponiendo indicadores reales de cuidados, estableciendo registros comunes, prácticos y amigables, implantando las especialidades enfermeras, las EPAs…
Y que conseguir la modificación del Estatuto Marco para alcanzar el grupo profesional A1, permitiría una mayor dignificación de la profesión, un paso esencial para reconocer y fortalecer el papel de las enfermeras en el sistema de salud.
Que lo que hagamos ahora, va a marcar el futuro de la profesión, y que si no tenemos en cuenta las necesidades actuales de la población no podremos establecer competencias reales y menos, elaborar un modelo de recursos humanos adecuado para las enfermeras. Sin olvidar que deberíamos gestionar ya por competencias y no por bolsa de puntos para cubrir los puestos de trabajo.
También nos han recordado la importancia de aumentar la visibilidad de la enfermera y el reconocimiento social. Que tenemos que aceptarnos, que se nos “vea” y buscar la excelencia en cuidados, con nuestros conocimientos, nuestro liderazgo, con nuestra profesionalidad, en el día a día, informando siempre al ciudadano que la que le cuida es la enfermera. La visibilidad nos da inspiración. Y ahora que estamos en este foro, decir que el asociacionismo genera fuerzas y puede provocar cambios y darnos visibilidad.
A lo largo de este congreso, hemos aprendido que la escasez de enfermeras está estrechamente vinculada con entornos laborales poco favorables. Y que las fortalezas de cualquier sistema sanitario residen en sus profesionales.
También hemos constatado que nuestro sistema sanitario sigue basado en estructuras de hace 40 años y no se adapta a los desafíos actuales. El cambio generacional de profesionales es palpable, pero podemos transformar las estructuras y trabajar bajo el enfoque de la complejidad de los cuidados con equipos interdisciplinares. También se ha enfatizado en que debemos posicionar los cuidados en la toma de decisiones a nivel ministerial y de CCAA.
Hemos aprendido que generar entornos positivos que cuide a profesionales y pacientes es un desafío complejo, pero no imposible. Para ello, es necesario establecer organizaciones flexibles que trabajen basadas en la evidencia científica, así como en la gestión de la calidad y la seguridad del paciente. Además, gestionar a las personas de manera efectiva, potenciando el liderazgo en el sistema sanitario, la comunicación, el reconocimiento y la motivación dentro de los equipos, contribuirá a crear ambientes laborales positivos. Es fundamental crear escenarios donde las enfermeras nos sintamos valoradas, aceptadas y reconocidas.
Otro aspecto crucial que hemos aprendido es que, cuando logramos un equilibrio saludable entre la vida personal y profesional, el entorno de trabajo se vuelve mucho más favorable. Este equilibrio es clave para nuestro bienestar y desempeño profesional.
Que nosotras, podemos cambiar las cosas y que debemos impulsar el cambio, decidir qué modelo de enfermeras queremos realmente. Que dejemos ya de llorar y que hablemos. Que existe una “necesidad sentida” de cambiar roles, de desarrollar más y mejor nuestro potencial, de hacer nuestro trabajo bien hecho. Y por supuesto, dejar de hacer aquello que no sirve, que nos hace perder tiempo y descentrarnos de nuestros cuidados.
Hemos aprendido como el binomio Universidad-práctica clínica “Clinidemia” deben ir de la mano, acercar posturas. No podemos tener realidades distintas. Es el motor del cambio cultural. La creación y oficialización de la figura de la enfermera clínica investigadora potenciaría el desarrollo de nuevas estrategias basadas en evidencia, mejorando así los resultados en salud y el cuidado de los pacientes. Además de que permitiría un impulso significativo a la investigación en el ámbito sanitario, favoreciendo la generación de conocimiento y el avance continuo de la profesión.
Y una vez más, hemos podido escuchar cómo la enfermera hospitalaria sigue creciendo en capacidad investigadora. Así lo han demostrado los trabajos presentados en este congreso, donde hemos aprendido, entre otras cosas cómo prevenir caídas, cuidar catéteres, minimizar el dolor en los pequeños, usar de la evidencia en cuidados, evaluar el burnout, y como un caballito o un perro pueden aportar tanto a los niños y niñas hospitalizadas.
Hemos tenido la oportunidad de escuchar la importante labor de las asociaciones de pacientes y cuidadores, por cierto, muy enriquecedora y llena de emociones. Nos han trasladado, entre muchas cosas, que el respeto, la autonomía y el apoyo emocional y social son de las necesidades más relevantes de nuestros pacientes. Mejorar y fomentar la relación enfermera-paciente es nuestro mayor reconocimiento, porque sabemos cuidar.
Y también hemos podido constatar cómo las enfermeras estamos liderando proyectos que cuidan a personas en el hospital, desde las rondas de seguridad como oportunidad de mejora, la creación de una unidad digital de cuidados, el liderar a enfermeras para investigar, el proyecto HUMANCUIDA para pacientes complejos, entre otros.
Porque la enfermera que investiga puede provocar cambios en la práctica clínica, generando conocimientos, impulsando innovación, siendo mentora, consultora, e incluso liderando y gestionando, entre otras cosas.
“Porque la investigación de hoy es el cuidado del mañana”. En conclusión, este congreso ha sido una oportunidad invaluable para reflexionar sobre el presente y futuro de las enfermeras hospitalarias. Y todos y todas podemos contribuir a transformar nuestra profesión para adaptarnos a los retos futuros que nos esperan.
Córdoba – 14 de marzo de 2025